Marta Urrutikoetxea y José Ignacio García

Marta Urrutikoetxea y José Ignacio en la plaza Arriquibar de Bilbao.
José Ignacio de 43 años de edad y Marta Urrutikoetxea de 47 es una pareja de Bilbao que no vive en la calle, pero prácticamente tienen un pie en ella. Por el momento, viven en un piso compartido gracias al dinero que les ingresa la madre de Urrutikoetxea en una cuenta bancaria. En total, son 600 euros que les arregla un poco la vida al menos para poder pagar el alquiler, ya que no cuentan con el subsidio con el que antes contaban de ella. Se le acabó el subsidio de 426 euros y ahora, debe esperar un año para poder volver a pedirlo si es que no ha trabajado durante ese período de tiempo.
En cuanto a su alimentación, frecuentan un comedor social casi todas las semanas y gracias a este comedor cuentan también con un vale de ropa cada cuatro meses.
Ella es separada y tiene dos hijos que viven con su exmarido, debido a la situación en la que se encuentra ella. Además de esto, hay un problema que aún incrementa más la mala situación en la que se encuentran ambos. La adicción de ella a las drogas. Dejó de consumir hace dos años gracias a un centro de desintoxicación al que acudió pero ha vuelto a caer. Según José Ignacio García, están a la espera de volver a internarla.
Urrutikoetxea se emociona al hablar de sus hijos porque su sueño es vivir con ellos, como hasta hace bien poco. Pero tal y como dice García, la situación en la que se encuentran no les permite alternarse en el cuidado de éstos.
Cuando se les pregunta por como ven el futuro ambos responden diferente:
Él contesta que lo ve muy negro por la política que tenemos además de por los inmigrantes que vienen en busca de trabajo. Opina que las empresas están contratando a inmigrantes por mucho menos dinero, y recalca continuamente que no es racista pero que discrepa en la forma de actuar de el Gobierno a la hora de facilitar las ayudas a los inmigrantes frente a los españoles. Opina pues, que se les da mucho antes ayuda a los inmigrantes que a los nacidos en el propio país y que cuentan con mucho más derechos. Algo que le parece indignante.
Ella, mientras su pareja habla asiente con la cabeza dejando entrever que sus palabras son certeras y que opina lo mismo. Pero se limita a decir que ve un futuro negro por culpa de su adicción, y que el motivo por el que hoy en día se encuentra así es por un mal comportamiento suyo.
De momento esta pareja no tiene ninguna esperanza en que el Gobierno cambie su forma de actuar, no obstante lo que sí esperan es que ella se recupere de su adicción y que ambos intenten de nuevo encontrar trabajo para poder salir a flote.
Detrás de la crisis:
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